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Fábula: La Liebre y La Tortuga


Cierto día una Tortuga se encontró con una Liebre que se burlaba de ella. "Por Dios, te mueves tan despacio ¡que no llegarás lejos!".

La Tortuga, disgustada con los modales de la Liebre, respondió: "Hagamos una carrera y veamos quién es más veloz".

La Liebre se rió y dijo: "¡Debes estar bromeando!Pero de acuerdo, veamos quién llega primero al otro lado de la colina". Salió disparando dejando muy atrás a la Tortuga.

Al cabo de un rato, la Liebre se detuvo a esperar que apareciese la Tortuga. Esperó y esperó hasta que se quedó dormida. "Bien podría hacerme una siesta", pensó. "Aunque me alcance, podré ganar fácilmente la carrera". Así se echó a la sombra de un árbol y cerró los ojos.

La Tortuga pasó a la Liebre caminando lenta pero con firmeza. Cuando la Liebre se despertó, la Tortuga ya se encontraba cerca de la meta final. La Liebre corrió con todas sus fuerzas pero no pudo vencer a la Tortuga.

Fábula: La Hormiga y La Paloma


Un día muy caluroso, una Hormiga buscaba algo de agua para calmar su sed. Después de dar varias vueltas llegó hasta un manantial.

Para llegar hasta el manantial debió trepar una larga hoja de pasto. Mientras trepaba resbaló y cayó al agua.

Una Paloma que se encontraba sobre un árbol desprendió una hoja y se la arrojó a la corriente. La Hormiga subió a la hoja y así flotó a salvo hasta la orilla.

Mientras tanto un cazador de la zona colocaba su red cerca de la Paloma, tratando de cazarla.

Imaginando lo que estaba por hacer, la Hormiga se apuró a picarlo en el talón. Al sentir el dolor, el cazador soltó la red y entonces la Paloma

Fábula: La Lecherita y Su Cántaro


Una lecherita iba camino al mercado a vender algo de leche de su vaca. Mientras llevaba el cántaro sobre su cabeza, empezó a hacer planes futuros sobre todo lo que podría hacer luego de vender la leche.

"Con ese dinero compraré cien polluelos para criar en el fondo. Cuando hayan crecido los podré vender a buen precio en el mercado".

Mientras caminaba continuaba soñando. "Luego compraré dos cabras jóvenes y las criaré en el prado cercano. Cuando hayan crecido, ¡las podré vender todavía a mejor precio!".

Continuaba soñando y se decía: "Pronto podré comprar otra vaca y obtendré más leche para vender. Entonces tendré aún más dinero".

Con estos pensamientos empezó a moverse y a saltar hasta que tropezó y se cayó. El cantaró se rompíó y toda la leche se derramó por el suelo.

Fábula: El Zorro y Las Uvas


Era un día caluroso y un Zorro caminaba pro los campos. De pronto llegó a un viñedo. Cuando se acercó alcanzó a ver algunos racimos de jugosas uvas.

El Zorro observó atentamente a su alrededor. Quería asegurarse que estaba a salvo de los cazadores. Y decidió robarse algunas antes de que alguien se acercara.

Dio un salto pero no logró alcanzar las uvas. Nuevamente saltó lo más alto que pudo. Aún así no pudo alcanzarlas. ¡Las uvas estaban demasiado altas para él!

No estaba dispuesto a ceder. Retrocedió, tomó cierto impulso y pegó un salto en el aire hacia las uvas. Nuevamente no logró alcanzarlas.

Estaba oscureciendo y estaba disgustado. Sus patas le dolían con tantas corridas y saltos. Finalmente dejó de intentarlo.

Mientras se marchaba, se decía: "Realmente no me interesan esas uvas. Estoy seguro que están muy ácidas para comer".

ENSEÑANZA
No descalifiquemos ni traslademos la culpa a los demás de todo aquello que no podemos alcanzar.

El ratón campesino y el rico cortesano


Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:

¿ Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga ? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.

Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:

Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio

El león y los tres bueyes


Pastaban juntos siempre tres bueyes.

Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedía hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.

Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas,

La rana del pantano y la del camino


Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino.

La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí estaría mejor y más segura.

Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una morada donde ya estaba establecida y satisfecha.

Y sucedió que un día pasó por el camino,

El león y el ratón


Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.

Días atrás le dijo , te burlaste de mí pensando que

El león enamorado de la hija del labrador


Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.

Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba. Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición:

que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.

El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.

Una vez que el león cumplió lo solicitado,

El leon, la zorra y el asno



El león, la zorra y el asno se asociaron para ir de caza.Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el botín. 

Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya. Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.

Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.

La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas piltrafas. Llamó al león

El águila y los gallos


Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro. Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. 

En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Mas no tardó un águila en caerle encima y

La zorra que núnca había visto un leon


Había una zorra que nunca había visto un león. La puso el destino un día delante de la real fiera.

Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápído como pudo.

Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.

En fin, al verlo por tercera vez

La Zorra y El Leñador


Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. 

El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.

El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.

La zorra al verlos marcharse
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