Cierto día, la hormiga vio pasar un perro con tres zapatos de distinto color…
- ¡Uy qué oso!, que mal vestido y harapiento se ve usted, ni afeitado se le ve, me parte el corazón ver un animal en sus condiciones, por favor perro, desaparezca de mi vista, dijo la hormiga.
- Lo siento, doña hormiga, excúseme si la he molestado, busco en el camino un zapato que ya no use nadie y algo de comer -, contestó el perro.
Desde ese día la hormiga, jamás a nadie volvió a juzgar, arrojó al río su ligereza para hablar, al viento su vanidad y volvió a ver, mirando con el corazón a los demás.
De pronto, el perro se quitó los zapatos, cuando a una hormiguita que le faltaba una pata vio, entonces no comió, ese día su corazón también se alimentó y al creador, millones de gracias dio.
FIN
Cuento corto escrito por Jaime eduardo castellanos villalba