Cierto día una Tortuga se encontró con una Liebre que se burlaba de ella. "Por Dios, te mueves tan despacio ¡que no llegarás lejos!".
La Tortuga, disgustada con los modales de la Liebre, respondió: "Hagamos una carrera y veamos quién es más veloz".
La Liebre se rió y dijo: "¡Debes estar bromeando!Pero de acuerdo, veamos quién llega primero al otro lado de la colina". Salió disparando dejando muy atrás a la Tortuga.
Al cabo de un rato, la Liebre se detuvo a esperar que apareciese la Tortuga. Esperó y esperó hasta que se quedó dormida. "Bien podría hacerme una siesta", pensó. "Aunque me alcance, podré ganar fácilmente la carrera". Así se echó a la sombra de un árbol y cerró los ojos.
La Tortuga pasó a la Liebre caminando lenta pero con firmeza. Cuando la Liebre se despertó, la Tortuga ya se encontraba cerca de la meta final. La Liebre corrió con todas sus fuerzas pero no pudo vencer a la Tortuga.